La situación producida por el Covid-19, ha provocado un empeoramiento en el estado de ánimo de la población anciana, y una mayor vulnerabilidad a sufrir episodios depresivos a corto plazo.
El aislamiento, el abandono de relaciones sociales y de actividades y el miedo a un posible contagio ha favorecido el aumento de síntomas depresivos en la población mayor.
La ausencia de visitas de familiares en los hogares y residencias, el temor y la angustia también ha contribuido a estos síntomas.
Según la mayoría de los estudios realizados, la prevalencia de depresión mayor es del 5% y de alrededor del 20% para formas menores de depresión en la población anciana.
Por otro lado, el aislamiento favorecido por la pandemia se ha asociado a un empeoramiento cognitivo en los pacientes mayores con depresión.
Según los expertos, se han observado síntomas de deterioro cognitivo en pacientes que previamente no los habían manifestado.
En este sentido también han aparecido más síntomas hipocondríacos en relación al coronavirus.
Los pacientes mayores también han presentado más trastornos del sueño, probablemente asociados al empeoramiento depresivo, a la ansiedad y a la ausencia de actividades y rutinas diarias.
Otro gran problema añadido es que la atención sanitaria se ha modificado por completo, el hecho de estar en confinamiento ha supuesto que muchas personas mayores no hayan tenido las consultas habituales con sus médicos, incluso en las residencias, es por este motivo por el que muchos mayores hayan empeorado de otras patologías.
Por tanto es de gran importancia que los profesionales sanitarios de la salud mental sean proactivos a la hora de mantener el contacto con los pacientes mayores y hagan seguimientos continuos para evitar que qué estos síntomas se conviertan en otras patologías más graves a largo plazo.